La meditación Vipassana es una de las técnicas o aproximaciones a la meditación orientales más
conocidas en occidente. Fue popularizada por S.N. Goenka, un industrial y líder comunitario
birmano que tras, introducirse en la técnica y curarse de las terribles migrañas que sufría, creó una
red internacional de centros de enseñanza con base en Bombay. En estos centros se proponen
programas de diez días de inmersión en la técnica, con unas diez horas de meditación diarias.
Goenka fue criado hinduista, aunque el Vipasana nos llega, sobre todo, de la línea theravada del
budismo. Sin embargo, como cualquier técnica meditativa y de autoconocimiento, especialmente
dentro dentro del marco budista, es compatible con cualquier credo, o con la ausencia del mismo.
Se dice que fue Buda mismo quien promulgó este sistema, aunque sus raíces son incluso muy
anteriores. Debido a su sencillez es de muy fàcil acceso, però por su profundidad y por los cambios
asombrosos que puede producir en la mente, puede resultar dura y desconcertante, sobre todo para
los occidentales. Insisto en esto porque, lo que choca de muchas prácticas espirituales que nos llegan
desde oriente es que llegan con una serie de conceptos que se dan de bruces con nuestros marcos de
referencia. Un caso muy claro es la distinción cuerpo/mente; otro, la existencia de algo llamado
"yo" o ego.
Producto de nuestra historia y herencia de los grandes pensadores de la modernidad, nuestro
sistema de creencias supone una escisión radical entre el mundo espiritual y el mundo material.
Algunos creeràn que uno es producto del otro, o que uno de los dos no existe, pero, definitivamente,
los concebimos como separados. Tenemos esa manía de engrandecer tanto las cosas, que nos
quedan lejos. Eso nos pasó con Dios y no sería extraño que nos llegara a pasar con la ciencia
misma.
Galileo Galilei, que fue una de las mentes más brillantes de Europa y uno de los hombres que
dieron a luz a la ciencia moderna era una persona profundamente religiosa. El Dios cristiano era en
su tiempo muy poderoso y la jerarquía de la iglesia y los debenires políticos lo alejaban de la
vivencia y las experiencias del pueblo. Filosofo y naturalista nato, Galileo decidió aproximar-se a
Dios de la única manera que creía poder tener una experiencia directa del mismo; a través del
estudio de sus creaciones. La insondabilidad de la inteligencia divina sólo era de algún modo
accesible al hombre a través de los fenómenos naturales, pero en este esfuerzo por fijar la atención
sólo en esta parte que podemos captar con los cinco sentidos (y en especial con la vista y el oído), se
perdió la conexión con la dimensión creativa de lo divino (podríamos decir que con el principio
femenino). El paso siguiente ya estaba prácticamente dado: la secularización del conocimiento. A
partir del entonces la ciencia iría cada vez más por su cuenta, desarrollándose a parte de la filosofía
o de la teología, que antes le eran hermanas. Además, el desarrollo tecnológico enfocado a
perfeccionar la observación y la adopción de metodologías propias convirtió a la ciencia en un
compartimento estanco. Sin la nutrición necesaria proveniente del asombro y la observación del
mundo natural, la espiritualidad en occidente empezó a pasar sed y a ensombrecerse. Hoy,
enriquecida con las visiones que nos llegan de oriente y alimentada por necesidades y búsquedas
fruto de la industrialización y la sociedad de masas el panorama es algo más complejo, pero...
¿Seremos capaces de saltar ese vacío?
El punto de vista budista se encuentra en un lugar completamente distinto, de hecho, puede decirse
que parte del vacío y se dirige al vacío. Es una pregunta abierta. Así como en occidente Descartes es
el gran pensador que usa la duda como método y, tras establecer que no puede fiarse únicamente de
los sentidos; que nada puede asegurarle que lo que él llama realidad no es más que un sueño, y que
podría ser todo la creación de un dios o un "genio maligno" tratando de engañarle, llega a la famosa
conclusión de que lo único que puede saber con certeza es que duda; es decir, que piensa y, por
consiguiente, que existe. Es el famoso cogito ergo sum (pienso luego existo) cartesiano que transformó
el pensamiento europeo y que contribuyó a engrandecer la brecha entre el mundo interno (res
cogitans) y el mundo externo (res extensa). Y una cosa más, ¿de dónde saca Descartes al pensador? En
su formulación está implícito: YO pienso, luego YO existo, tiene que haber un pensador.
En el budismo y en especial en el Vipasana la pregunta se abre sin ninguna hipótesis previa. No
parte de la idea de que va a observar la mente como si ésta fuera algo separado del cuerpo, o algo
separado de Dios o del Universo, o de nada. No parte de ningunta idea, de ninguna suposición. Es
lo que Alan Wallace llama una ciencia contemplativa. En vez de observar únicamente los objetos
exteriores como tales (es decir, suponiendo que realmente existe un mundo afuera lleno de estos
objetos que son los únicos observables), parte de la observación del mundo perceptivo, lo que aquí
llamaríamos introspección. Observando qué sucede desde dentro la verdadera naturaleza de las
cosas irá revelándose por sí misma. Es un proceso largo, de años o vidas, o puede que en un instante
el meditador tenga un destello de Verdad, el samadhi, pero a lo que nos conduce esta observación
en forma de pregunta abierta es a darnos cuenta de la impermanencia de las cosas; del flujo de la
Consciencia y del Vacío (Sunya) del que todo surje y al que todo va a parar. No aparece nada que se
asemeje a un "yo" e incluso cuerpo, espacio y tiempo se desdibujan a través de la experiencia. Brilla
entonces la realidad pura de que todo es Consciencia.